Estás mal. Este año, por todo lo que ha pasado, se va ganando el campeonato del Peor Año de tu Vida: robo, enfermedad, malos genios, insatisfacciones, dudas, soledad. Pasás los días disparando al aire, esperando pegarle a algo, pero sin tener idea de nada. No hay certeza de nada. Todo es improvisación, aprendiendo sobre la marcha. Pero tampoco parece que estés aprendiendo, porque cometés los mismos errores una, y otra, y otra vez.
Llegás a la casa a encontrarte con una montaña de soledad, insatisfacción y platos sucios. Afortunadamente estás tan cansado que no tenés ánimo de ponerles atención. La mayoría de los días fácil ignorarlos, o distraerte con una película tonta.
Escribís todo el día. ¿Pero eso es escribir? Más bien, botás palabras tontas, esperando que juntas tengan algún sentido y sirvan para algo. Instructivos, guiones, volantes... ¿esto es lo que esperabas hacer? ¿alguna vez esperabas algo?
No todo es tan malo. Hay gente. Gente nueva, gente de siempre. El problema es tuyo, que siempre estás tan enfrascado en tu mundito de problemas que no te das cuenta de lo mucho que hacen por vos. Y esperás que hagan mucho más por vos, pero hasta para querer hay un límite. Al fin de cuentas, ¿quién sos para que alguien se desviva por vos?
Tratás de animarte con comida, películas, discos y más comida. Sirven, por un momento. Pero después te encontrás en medio de deudas, y con los mismos problemas. En general, fixes pasajeros para adormilar el problema general, que hasta ahora no sabés cuál es. ¿O sí?